lunes, 6 de agosto de 2012

A VECES, UNAS MANOS

A veces, quién sabe por qué ni desde cuándo,
desaparece ese miedo que negábamos.
Se diría que desaparece una mancha de nacimiento
a la luz del suave aliento de unas manos.

A veces, aparece la ilusión como un verano
y nadie, aquí, se acuerda ya del frío ni del viento.
Pareciera que ayer fuera cosa de los pájaros
y, aquí, todos morenos bajo los rayos del momento.

A veces, se despiertan las paredes
con la piel en llamas, con todo por escribir.
Tal como si fuese algo inútil el viernes,
como si fuese una virtud nuestra eso de vivir.

A veces, encontramos algo en nuestro pecho,
bajo los trastos viejos, al fondo del cajón.
A veces, no queda más que una persona en los universos.
A veces, entendemos en nuestro idioma la palabra amor.


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