miércoles, 28 de octubre de 2020

HABLEMOS DE INMORTALIDAD EN SERIO

No lo dice ninguna religión.
Lo ocultan los partidos políticos.
No lo cuentan 
los medios de comunicación.
Las autoridades sanitarias callan
para proteger una patente.
Pero yo no voy a irme de aquí
sin revelarte que, cuando te ríes,
estás completamente a salvo
de la muerte.



martes, 20 de octubre de 2020

LO QUE HABRÁ EN MI FÉRETRO



¿Lo que habrá en mi féretro
será exactamente quien te ha querido?
¿Será quien escribió estos versos?
¿Será ése que nació de mi madre?

¿El que habrá en mi féretro
será el dedo que tocó tu dedo?
¿O será sólo un trasto biológico,
un residuo orgánico petrificado?

¿Será todo eso que yo he soñado ser?
¿Será el niño, el hombre, la palabra?
¿Será el cuerpo, el nombre, la esperanza?
¿Seré yo lo que habrá en mi féretro?

Dios es el hijo de este interrogante
y, si tan insigne naturaleza
no ha sabido responder la pregunta,
cómo ibas tú a darme cuenta.
Tu milagro es volverme tan vivo
que, francamente, me importa un comino
la respuesta.


domingo, 18 de octubre de 2020

LO QUE ME INTERESA DEL MAR


  
A mí lo que me interesa del mar
son las gotas que te bajan por la piel
cuando sales, caminando las aguas,
del verano a las calles desiertas.

Con lo que me quedo de las palabras,
es cuanto te construyen en mi boca.
Cuanto te hacen presente entre mis labios
y me permiten decirte desnuda.

Nada del sol siento de mi incumbencia  
salvo la luz que dibuja en tu cuerpo
la silueta blanca de un bañador
y el beso dorado del silencio.    

A mí lo que me interesa de la ciudad
es el suelo urbanizable de tus manos.
De lejos vine a poner ahí mi hogar,
tengo ahí el corazón de mi tacto. 




TIRANDO DE EXPERIENCIA

El domingo en que la soledad
me averió todos los juguetes.
El chico mayor que me contó 
quién estaba detrás del sacramento 
de la eucaristía. 

Las risas enlatadas que sonaban
mientras me daban de tortas
en el corazón.
Las derrotas que sufría
el adolescente con acné
en que me reencarné un verano.

La paz vergonzante
que le firmé a los capos del olvido.
La maldita puntualidad
que me permitió embarcarme
en el Titanic.

La lluvia que deshizo el papel
en que estaba escrito mi mejor poema
antes de que nadie pudiera leerlo.
Las lágrimas en la almohada
las noches en que ya nada
se interponía entre uno
y la oscuridad del pasillo.

Viví todos esos acontecimientos
como dolores nuevos e irreductibles
para los que mi pecho
no disponía de defensa alguna.
Después, leí a los sabios
y comprendí que esos episodios
no fueron sino ensayos, experiencia,
que me prepararon para afrontar
el dolor imposible de esta tarde
en que los demás muertos viven
pero ella no está.
Hoy, ya con estas canas
y este bagaje en el conocimiento
de mi espalda, puedo deciros
que donde estuvo ella
hay un dolor nuevo e irreductible
para el que mi pecho
no dispone de defensa alguna.
Ni siquiera es capaz
de dejar de respirar.
Ni siquiera es capaz
de tirar estos latidos
a la basura.