No fue el fogonazo múltiple de la sonrisa
ni fue la admiración verde del secreto.
No fue el hambre ni el frío ni la herida.
No fue la bebida silenciosa de los besos.
No fue el encuentro casual que estaba escrito.
No fue mi voz desnuda tocando tu nombre.
No fue el sur ni el norte ni el infinito.
No fue el trocito de ti que no se esconde.
No fue el calor a gritos de tu cuerpo
ni fue el sol ni la cara oculta del lunar.
No fue la vida eterna ni el tiempo muerto.
No fue el sueño de verte despertar.
No fue el lápiz con que perfilo futuros
ni fue el cáliz donde beber sangre del otro.
No fue el acento de tus dedos sobre el mundo.
No fue el singular profundo de nosotros.
No fue ir conociéndote a tientas,
haciendo el mapa de tu piel, aprendiendo tu lengua.
No fue la torpe frase que ensayé
ni fue el golpe de tus ojos en mi puerta.
Si hubo un viento que me trajo aquí
fue la sed. Mi sed, que, de pronto, un día,
era sed de ti.
Fue el miedo, que era miedo a no tenerte.
¿Existó ayer realmente? ¿Qué sé yo del porvenir?
Ardo en el presente sin fin de quererte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario