y volví andando de París sin moverme de mi casa.
De mis errores aprendí
que fui más feliz cuanto más me equivocaba.
Y puse sobre mi cara fotografías de mi cara
y disparé sobre la fachada de un hotel cien guisantes.
Una bala por cada vez
que volvería a ser el de antes.
Y, otra vez, fui el próximo eslabón
y Trece fue el resultado
de multiplicar la eme por la ce al cuadrado
y ni la vida mi transformaba ni la muerte me destruyó.
Y soy el pan y el vino sabiéndose ellos mismos,
sin decirle a nadie que no fui nunca cuerpo y sangre.
Me parece que cada día vivo la vida en cualquier sitio
y vuelvo para morirme en Alicante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario