Cuatro niños que se amigan desde que eran hombres.
Se quieren porque siempre se faltaron al respeto.
No facturan los errores. No perdonan los aciertos.
Cuatro nombres propios con alma de ajenos.
Se emborrachan si no tienen un cubata en la mano.
Dicen más porque hablan menos.
Para crudo invierno, el campamento de verano.
Cero novias para cuatro hermanos.
Más de acuerdo cuando menos razón tienen.
Si los mojas pasadas las doce, se vuelven humanos.
Si les tocas la risa, muerden.
Cuatro delanteros que no van por ahí metiendo goles.
Ciegos en el país de los vigoréxicos.
Gnomos que dan sustos a los troles.
Los mejores polvos los echan con el léxico.
No hay estrella que valga lo que cuatro actores de reparto.
Eternamente desagradecidos a Dios.
Más vivos tras cada parrafada de miocardio.
Más unidos desde que la vida les separó.
Cuatro lados de un triángulo escaleno.
Se le aparecen al fantasma de los carnavales pasados.
Hace sábados que se ahogaron en un puerto.
Cuando la felicidad no la vendían en hipermercados.
Cuatro mamíferos aficionados.
El póker que llevan los cenizos.
Van desarmados hasta los dientes.
Mentes de pecho enamoradizo.
Creen en que hay tontos en Marte.
Aprendieron amistad donde enseñaban balonmano.
Son güiscate de mi sangre,
el Alicante del que uno es ciudadano.