muy lejos del barrio alicantino de los hechos,
Iván Torres orinaba fiesta en un helecho
que, menos mal, prefirió dejarlo estar y hacerse el dormido.
Un disco de Franco Battiato entraba en posproducción.
España perdió con Francia dos a uno.
Esperanza Gras cumplió otra vez ventiuno
dentro de un muy descolorido polo Lacoste.
La temperatura contribuía al disparate.
El índice nikkei daba ya por amortizada esa movida.
Mientras, en el cuarto de Eva Ulloa, la luz seguía encendida
detrás de unos prescindibles visillos de encaje.
Quique, no nos engañemos, había quemado aquella hamburguesa.
El tráfico era denso en súper tetas punto com.
Un eclipse de luna se observaba a la perfección
cada vez que Mrs. Robinson utilizaba una compresa.
Por si fuera poco, el propio Javi Pacheco
se veía inmerso en una cita a ciegas.
Las portadas de mañana ya estaban en imprenta.
Acababan de legalizar las casitas de muñecos.
Antes del frenesí, en las urgencias del hospital
Ana y Jorge se acariciaban muy despacio la mano.
Un perrito adoptó a un humano.
El insomnio de Luis duraba cuatro novelas ya.
Durante todo el tiempo que estuvo en el garito,
Pedro Calvo creyó erróneamente que ella le miraba.
Pierre Cutie condujo el trayecto Tolousse-Granada.
Gorka señalaba en el cielo la monserga del carrito.
Un indepe ganó las primarias de Dakota del Sur.
Y poco más porque el emoticono de la risa aún no había nacido.
Cuéntame que demonios andabas haciendo tú
la noche en la que Álvaro Trece recibió su merecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario