Soy el que escucha a todos
con oídos del otro bando.
Pero también soy el que dice no
a la propuesta irrechazable
de la fiera que encierro.
Si es necesario, rompo los espejos
para que tú tengas rostro
y pueda dejar yo
de ser un pedazo de cristal.
Yo borro las fronteras
para hacerle sitio al desgobierno del mar
y a los pueblos imposibles del horizonte.
No muerdo nunca
porque, si nos queda una oportunidad,
habrá de salirnos de la boca.
Yo soy lo que queda
de tantos que no hubieran querido
tener que dar la vida.
Por eso, me lo debo.
Me debo el amor
al que todo en ti me dirige.
Me debo la paz
porque yo soy todo lo que queda
de tantos que murieron creyendo
que habían ganado la guerra.
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