nadie es extranjero hasta que, a los demás,
deja de importarles qué dice
si no lo dice en su idioma.
Da igual qué dios se tenga,
nadie es extranjero
hasta que alguien de carne y hueso
tira la primera piedra.
Da igual el color de la piel,
nadie es extranjero
hasta que, al abrir los párpados,
lo miran dos monedas.
Da igual de dónde se venga,
nadie es extranjero.
Nadie es extranjero.
Nadie es extranjero en mi tierra.
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