Fíjense en este caballero.
Ya ven que es
todos los hombres y ninguno.
Va caminando
con cara de estar quieto
cuando se cruza
con dos niños en la acera,
único jardín que conocen.
Los chicos discuten
la propiedad de un billete
minúsculo pero de curso legal.
No hay acuerdo posible
y cada uno se marcha
con la mitad del billete roto.
En ese momento, que es
todos los otoños y ninguno,
él comprende la grieta.
No hay forma
de ocultarle al lagrimal
que ella no está
y su ausencia no le ha reducido
a la mitad, como pensaba
en la noche de su casa,
sino que le ha convertido
en un pedazo de nada,
una suma de sueños y órganos
sin ningún valor.
Va caminando
con cara de estar quieto
cuando se cruza
con dos niños en la acera,
único jardín que conocen.
Los chicos discuten
la propiedad de un billete
minúsculo pero de curso legal.
No hay acuerdo posible
y cada uno se marcha
con la mitad del billete roto.
En ese momento, que es
todos los otoños y ninguno,
él comprende la grieta.
No hay forma
de ocultarle al lagrimal
que ella no está
y su ausencia no le ha reducido
a la mitad, como pensaba
en la noche de su casa,
sino que le ha convertido
en un pedazo de nada,
una suma de sueños y órganos
sin ningún valor.
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