Me banco el gesto indiferente hacia mí
de la estación del año que yo mismo
contribuí a endiosar en otro tiempo.
Cómo no vencer, si tú eres
lo contrario del invierno y del verano.
Resisto el frío, soporto el calor
refugiándome en el clima extremo
de tu serenidad océana.
He regresado de la muerte de cristo
a la vida pagana de tus pechos
y, sin más detalle, superé el miedo
que tuve una vez a los rectángulos.
Pero las victorias momentáneas
terminan sobre un cuerpo descarnado,
la guerra contra el destiempo de tu ausencia
está perdida siempre de antemano.