Aunque no lo soy, me siento poeta,
que es la mejor forma de ser invisible,
un sistema enrevesado de hacer chas
a ver si una tarde aparezco a tu lado.
No tengo más virtud que el defecto ajeno.
Las cosas que no me pasan abren
todos los telediarios del domingo
y, claro, las multitudes me asedian
en una calle que no encuentro en ningún sitio.
Vivir esto tan jovencito me ha llevado
a adicciones invencibles,
a versiones flamencas de canciones pop
y a la voz gigantesca de Félix Grande.
En resumen, no me inquieta el plato vacío
porque uno no ha perdido el hambre.
Uno piensa seguir haciendo chas
hasta aparecer a tu lado alguna tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario