Pensé que sería peligroso
que me odiaran los de allí, enfrente.
Que señalaran con el índice
la diferencia oscura de mis ojos.
Me daba miedo convertirme en el
demonio alucinógeno de sus dioses.
En el presunto culpable del frío.
En el autor intelectual del hambre.
Temía que quisieran hacerme daño
donde el amor me hace más indefenso.
Que vinieran a hacer mi nombre añicos.
Que vinieran, cariño, a matarme.
Sin embargo, hoy sé que lo peligroso
es que odio a los de allí, enfrente.
Que les señalo con el índice
la diferencia clara de sus ojos.
Me asusta verme creando dioses
que desatan plagas en sus vientres.
Verme azuzar el frío contra ellos.
Verme ponerles el hambre entre los dientes.
Lo peligroso es cargar el arma propia.
Es la primera persona del disparo.
Es que tú creas que tendré razón
cuando vaya, cariño, a matarlos.
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