El niño que llevo dentro es un adulto
que suspende todos los exámenes de conciencia.
Para mis penas no existe indulto
y lloro la última gota de inocencia.
La infancia no se pierde por más que te la roba,
cada día, el canto de sirena de la muerte.
Palabras mayores pero la misma boca
que aprendió a callar la lengua que el pecho entiende.
La gran bola azul no es más que un jardín
donde cada flor es un animal ensimismado.
Como todas las cucarachas, yo sobreviví
cuando deshauciaron al último ser humano.
Escribir es escucharse a uno mismo demasiado,
conviene echar un borrón en otros labios.
El peligro de crecer es creerse demasiado alto,
conviene rodar por los suelos de vez en cuando.
Si bien es verdad que madurar hace bien, conviene volver a ese reducto de infancia que uno guarda. Tanta madurez puede ser perjudicial para la salud.
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