Ayer ya sabía que hoy te quiero
porque vivimos en la víspera de un todavía.
Soy yo cuando me como con tus dedos
el pan nuestro de cada día.
La lengua no se harta del sabor a bienvenida
ni la mano de volver a dormir sobre tu pecho.
La poesía no es un ave escrita,
vuela en la caligrafía de tus besos,
tu anatomía es el lugar de sus hechos.
En la voz de tus ojos en silencio,
encuentro la palabra que buscaba sin saberlo.
Cuando me resucitaste de mi vida,
descubrí que estuve muerto.
Y mi sonrisa, por primera vez, hablaba en serio.
Y el cielo es tierra desolada
cuando alguien te ama en el infierno.
No muerden las puertas cerradas
cuando se ama a corazón abierto.
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