Metimos en un geriátrico eterno
al anciano hechicero de la tribu.
En la cámara de gas arde el invierno,
muriendo -poco a poco- en nuestros cuerpos
... el dinosaurio aún estaba allí
pero no encontró ya a nadie despierto.
Donde estuvo el cielo de Madrid,
algo oscuro nos mira con desprecio.
Pensar que proviene de nosotros
la lluvia que ha podrido los derechos...
somos niños que hemos roto
el único tesoro del abuelo.
Sonriente y a la espera de juicio,
Ícaro sueña con hacer aeropuertos.
Al banco lo que es del césar sometido,
a Dios le han distraído el séptimo mandamiento.
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