en el silencio y en la palabra
si asumes que estás viva
cuando algo desconocido,
de pronto y otra vez,
te devuelve a la tormenta.
Que estás viva
cuando desatiendes la ciudad
para comprender
la razón primera de la selva
y unirte al fuego sin paso atrás
de aquí y de ahora.
Que estás viva
cuando te arrancas el sosiego
de la lengua,
cuando miras con los dedos
la luna que existe bajo las nubes,
cuando ningún imposible
sale ileso de tu vientre.
Que estás viva,
que estás viva
cuando concentras
toda la sangre en el precipicio,
cuando te arrojas
desde la emoción,
cuando reflejas
el huracán en la cara.
Que estás viva
cuando deseas de par en par
y contemplas con otros ojos
tu propia belleza.
Que estás viva
cuando muere
quien eres en las tarjetas de visita.
Que estás viva
cuando te antepones a la idea,
cuando desoyes
tus propias advertencias,
cuando darías fama y hacienda
a cambio de un orgasmo.
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