Créeme lo que te digo, ya no hay clases.
Desaparecieron. Se vacío el concepto.
Lo que sí hay es gente que puede
y gente que no puede entrar en este restaurante.
Gente que puede comprarse otra oportunidad
y gente que, si cae, ya no va a levantarse.
Hay gente que puede resguardarse bajo un abogado
y gente que es culpable de todo lo que llueve.
Hay tiburones porque hay lenguados.
Hay gente que gana si hay gente que pierde.
Lo que sí hay es gente que va a los palcos
y gente que dobla turno en la taquilla.
Hay gente que sube o baja el pulgar
y gente que baja a pegarse con la vida.
Ya no hay clases, lo que sí hay
es gente que se escribe la historia
y quijotes que nunca verás en un libro.
Créeme. Créeme lo que te digo.
Era ya mujer cuando la ley decía hembra
si un padre o un marido lo permitían.
Para poder hacerse realidad
tocaba soñar cuando los demás dormían.
No ha recogido de la tierra ningún fruto.
Todos ha tenido que arrancarlos allá arriba,
mientras el viento movía los árboles
con la buena fe de unas manos masculinas.
Aún hoy, es ayer en muchos ojos
que ven su mundo en llamas cuando la miran
y salen a crear palabras nuevas
para volver a contar la misma mentira.
Pero el mar lo crea ella cuando se empeña
en caminar las mismas aguas que ellos caminan.
Aún hoy, es ayer en muchos ojos.
Pero se hace mañana cada vez
que una idea cura a un troglodita.