sin saber que la magia tiene truco,
sin que todos mis sueños cumplieran treinta y ocho,
sin que me ascendieran al puesto de adulto.
Hubiera podido seguir viviendo
sin sufrir el modus operandi del olvido,
sin conocer las fauces sin sentido de la enfermedad,
sin tropezar con la verdad al final de todos los caminos.
Hubiera podido seguir viviendo
sin la prueba de que la muerte era también costumbre de mi familia,
sin que me destriparan el desenlace fatal de la esperanza,
sin darme cuenta de que nadie va por ahí creando el mundo en siete días.
Hubiera podido seguir viviendo
sin que supieran nada de mí las autoridades,
sin probar el sabor de la palabra rota.
Hubiera podido seguir viviendo
entre gusanos que no alardeaban aún de mariposa.