Se fue más de lo que vino
porque yo nunca desandé
el cuerpo de su camino.
Más allá de mi destino,
estaba escrita su piel.
Dejó Lucena perdida.
Dejó Lucena perdida
en mitad del mapa triste
del dolor de una herida.
El invierno de mi vida
ni el frío lo resiste.
La encuentro a faltar aquí.
La encuentro a faltar aquí,
donde ella nunca estuvo.
Hasta el cuarenta de abril
la voy a esperar aquí,
donde el reloj la retuvo.
Su silencio mata mi voz.
Su silencio mata mi voz
cuando pongo en mi boca
lo que me dicta el corazón.
Todas las vidas del amor
resultaron ser muy pocas.
Hay diez muertos en mis manos.
Hay diez muertos en mis manos
con los que toco la nada,
propiedad de este gusano,
la unión entre este ser humano
y una vieja almohada.
Porque también de soledad.
Porque también de soledad
se caen los acebuches,
una flor de oscuridad
crece en la realidad
del marinero en Aluche.
Las venas llevan ceniza.
Las venas llevan ceniza
a las cuencas de mi pecho.
El pasado se me eriza
porque no me cicatriza
el pretérito deshecho.
Mañana me quedó atrás.
Mañana me quedó atras.
Se fue por ese camino
que Dios no nos sabe evitar.
Se fue al abrigo del mar.
Se fue más de lo que vino.
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