miércoles, 26 de septiembre de 2018

MURIENDO EN SERIE

Todo lo que sé de química es un nombre de guerra.
Heisenberg me enseñó la fórmula de la maldad,
que Nuevo México es mi vieja soledad,
que el amor es una asociación de malhechores,
que conviene cocinar la cruda realidad
para evitar penas mayores.

El presidente Underwood da golpes de estado
con la misma mano que excita a la primera dama.
Es malo, como yo, pero él gana elecciones
donde yo te pierdo porque no me salen los recuentos
de la lechera.
Himno: dícese de la música que pone de los nervios
a las fieras.

Hazles creer que viene el invierno
y verás un muro tapiando cada verano.
Enamorarse debe ser que un bajito
sueñe con ser gigante como un enano.
¿En qué creer cuando la verdad no es más que un sol
que todas las noches cambia de bando?

Besos, y demás cosas que pasan dentro del mar angosto,
te guardo como la meta azul de mi esperanza,
como si no supiera que Francis ha ordenado
que una voz en off me retire la palabra.
Que el último fotograma que vea seas tú,
mientras otro secundario me mata por la espalda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario