sábado, 26 de diciembre de 2020

LA ÚNICA CAUSA


Es fácil hablar de los dientes de la orca
con la boca bien lejos del océano.
Pues a eso, no nos engañemos, me dedico yo
cuando todos los oleajes son una ausencia.

No sé si tú habrás conocido 
a algún muerto que pensara que su forma
de vida pudiera causarle la muerte. 
Yo no, yo soy sordo pero, cada noche,
me despierta el ruido de los bombardeos 
que te derruyen a ti el sueño. 

Y la única causa por la que estoy
diciendo mi corazón a través
de la vida diaria de mi boca
es la esperanza de que tu entenderás
la oscura metáfora de mis manos.

La esperanza de que, con la intuición
sin eco ni luz de tus entrañas,
tú sepas que, cualquiera sea la forma
de tu voz, ahí estaré yo para escucharla.
Tú sepas que, cualquiera sea 
la mujer en que te conviertas, 
ahí estaré yo para abrazarla.  


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