Escuchar sus nombres es decir todo de mí.
Leer sus voces es sonreír los ojos.
La tierra de su infancia fue mi país
hasta que perdimos juntos la isla del tesoro.
Nuestro futuro lo leímos un verano
en las líneas de una mano de julepe:
iluminan ellos cuando el cielo nublado
me da un bocado donde más duele.
La palabra amigo se pronuncia
con la lengua de los gestos que aprendimos
disfrazados de sol bajo la lluvia,
en guerra sucia contra nosotros mismos.
Mi camino está escrito por sus huellas.
Mi bando es el de esta banda.
El miedo es la pregunta. Ellos, la respuesta.
Cuando cae la tierra, ellos me levantan.