El tiempo es un lugar errante.
Cantan a golpes las ausencias de voz oscura
y el corazón exclama un interrogante.
Amén es empezar a cumplir la amenaza.
Las puertas se cierran como un negocio sucio
cuando aúlla lo que no existe mañana
y aún están cruzadas las piernas del crepúsculo.
Las mentes siguen los dictados de estrellas muertas.
El frío es un fuego al que echar todas las culpas.
Cada hombre es todas las palabras huecas.
La luz parece ser pero no fue nunca.
El deseo siente en los huesos la lejanía.
La boca persigue objetos intactos.
Algo quedará en el suelo de quien huía,
con las alas ardiendo, buscando trabajo.