Insumiso de la ley de probabilidad,
te dirigí la palabra al corazón.
¿De dónde sacar fuerzas para hablar
cuando el deseo es más sonoro que la voz?
Tocado por la suerte de tus manos,
llovían los sinónimos del amor.
Descubrí mi propio significado
avivando el fuego de un pezón.
Cuando apagamos las luces,
todos los verbos conducen a uno.
Hay órganos creados para que crucen
la frontera desnuda de cuerpos desnudos.
Hay delicias que derraman el jardín.
Hay que ver para creer lo que yo creo.
Valgo el valor de las cosas que siento por ti.
Me encuentro donde te busca el aguacero.