que haya llegado hasta aquí
es porque vais por ahí
contando el número
de cromosomas del corazón
y porque creéis que una persona
es la suma de sus diagnósticos.
Eso es. Os sorprende
que no acate el invierno
que dictan los pronósticos
porque ignoráis
que el material de que está hecho
no se detecta en ningún análisis.
Os sorprende
que su boca alcance
el punto de ebullición de la sonrisa
porque decís síndrome
y llenáis vuestros propios oídos
de oscuridad.
Os sorprenden
los logros de su mirada
porque la buena salud
de vuestras certezas
os ha robado
los frutos del interrogante.
Os sorprende
que haya reescrito su destino
porque leéis la adversidad
sin rechistar.
Así, ¿cómo vais a ver en él
la fragilidad irrompible
del valiente?
Irrefrenable
no es quien no tiene miedo.
Imparable
es quien está dispuesto
a dar un paso más
cuando tiembla el suelo.
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