Hoy, más que a ti, escribo a los que saben
que el sonido del cerrojo no es
el invierno más crudo del oído.
A los que saben que no mata la muerte
de la palabra sonrisa.
Hoy, más que a ti, escribo a los que saben
que los desnudos de la fantasía
pasan por el hueco de los barrotes.
A los que saben que al patio llegan
los rayos de sol de los deseos.
Hoy, más que a ti, escribo a los que saben
que no hay privación de libertad capaz
de quitarles a mis manos tu recuerdo.
A los que saben que no hay reclusión
que saque tu alma del cuerpo de mis dedos.
Hoy, más que a ti, escribo a los que saben
que la auténtica soledad llegará
si dicen tu nombre y no me vuelvo,
que la auténtica soledad llegará
si cierro los ojos y no te veo.
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