Detesto a ese tipo, es lamentable.
Falso. Imbécil. Pedante y bobo.
Bajito. Arrebolado. Payaso.
Huevón. Ignorante. Desorientado.
Detesto a ese tipo, es un justito.
Torpe. Envidioso. Ridículo.
Previsible. Predecible. Chabacano.
Blandito. Cabezón. Pusilánime.
Y, sin embargo, ese tío mierda
es capaz de convertirse en alguien
que ni él mismo hubiera imaginado
cuando siente que juega en casa
y, en el fragor de la batalla,
una sonrisa de agua
apaga la línea de fuego
y brota un hogar dentro del pecho.
No seré más que una voz hueca de luz,
no seré poeta si no sé hacerte
entender que ese tipejo soy yo
y que esa patria suya eres tú.
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