He escrito, según mi opinión,
doscientos veintidós poemas,
veintisiete piezas narrativas
y, al menos, tres obritas dramáticas.
Ni que decir tiene que pueden
negarme, sin esfuerzo, la calidad.
Pueden enmendar ritmo y métrica
y forma y género y contexto.
Pueden convertir en bolas de papel
lo que yo concebí como palabras
y también, cómo no, tacharme los versos
con el peso de sus carcajadas.
Pero nadie podrá discutirme
haber hecho lo que está en mi mano
(y en mi boca y en mi pecho y en mi vientre)
para no morir yo nunca del todo,
para que sigas viva, tú, siempre.
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