La puerta se cerró como si todavía
quedase algo que defender de una amenaza.
Volver a casa no es esta travesía
por pasillos de recuerdos en llamas.
Ya ni tu ausencia me queda entre los dedos.
Cada día es algo que se me arrebata.
La vida es el curso del pez varado.
Tu muerte es el estado de mi ánima.
Cuando lo oscuro se hace palabra,
¿quién entiende el idioma del superviviente?
Nada vuelve ya a estar en calma
cuando el viento te porta entre sus dientes.
Me es ajeno el propio amor,
no hay senda si no hay destino.
La vida mide el dolor.
Tu muerte convive conmigo.
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