sábado, 11 de agosto de 2018

ME OCURREN EN OCTUBRE

Las pasiones de verano me ocurren en octubre,
viven en las palabras lo que mueren en los besos,
riegan de sangre radical un corazón moderado,
empiezan por el final como un cuerpo desnudo.

Mis pasiones de verano llevan una vida
en los tres meses de tu vientre,
adoptan la forma inhumana de tus pezones,
vierten gotas de mar sobre la piel de un jadeo.

Qué difícil es despertar de un sueño
oyendo a los ojos hablar el idioma de las manos
cuando el cielo trae el solsticio de tus pechos
y la tierra se muere de ganas de tormenta.

Tuvieron que presentarnos para conocerme a mí mismo,
así que, por favor, vuelve a releernos
si no te reconoces en estos versos
porque tuvieron que presentarnos para encontrarme conmigo.

Los botones de tu camisa son agentes del invierno
que no conciben los dedos más que para escribir derrotas.
Pero nada pueden contra las dos mitades de un incendio,
contra dos realidades que comparten un deseo.

Ésta es la historia de un hombre de las nieves
que se siente parte de una ola de calor.
La historia de una boca que sonríe anticiclones
y llena todo del reflejo de tu forma de pensar.

No sin razón, ningún estudioso de lo nuestro
entendería que, en este punto, no implorase
que el viento perdone al castillo de arena.
Que la buena estrella surja de las ruinas del sol.
Que ni un almanaque nos civilice este verano.
Que caigan muertas todas las hojas de los chopos
que nos quieren dormidos en otoños separados.






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