y transforma niños en gente asustada.
Siguiendo el camino del temor,
cómo no íbamos a llegar hasta este punto.
Cómo no íbamos a ponernos en manos
de dioses que anuncian plagas al otro bando.
Las mayores cumbres de la infamia
las alcanzan buenas personas aterrorizadas.
Todos los amores son el mismo lugar
en que convergen los desorientados.
Nadie llega allí siguiendo un plan.
Nadie se va por su propio pie.
Nos corre por las venas un estado de necesidad.
Eso es lo que nos separa de quien somos en nuestros sueños.
Eso es lo que explica nuestra versión de los hechos
y hace que tiemble, y no lata, el corazón.
Tal como se nos está quedando el cuerpo,
más nos vale que tengamos alma.
Pero no soy optimista ni siquiera
cuando camino sobre las aguas de la música.
Nunca supimos encontrar el equilibrio
entre supervivencia y autodestrucción.
Nunca llegamos a necesitarlo,
todos los amores son el mismo lugar
en que convergen los desequilibrados.
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