viernes, 15 de mayo de 2015

CAPÍTULO PRIMERO

El principio fue una fuente de letra de mujer.
En cuatro ratitos, me creaste los siete días.
Creaste deseo a tu imagen y semejanza.
Creaste una especie que mañana existió.

Creaste la luz en un cerrar y abrir de ojos
y, a los demonios de mi pecho, los mandaste al infierno.
Creaste lo bello para predicar con el ejemplo.
Creaste las aves con manos de música.
Creaste un problema de estado en mi tristeza.

Creaste el azul del techo al amanecer.
Creaste el miedo al eclipse de tu olor.
Creaste un campo base más alto que la cima
y, sin dártelas de maga, creaste la ilusión.

Creaste un latido en la edad de piedra.
Creaste necesidad mía con cada rasgo tuyo.
Creaste los mares que me convierten en tierra
y, para conquistar mi fiero ecosistema,
te bastó invadirme con las armas de una flor.


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