Es a su amiguita Isabel a quien acuso de malmeter y de tergiversar que la necesitara sólo para mí como cualquier enamorado. Acuso a nuestros hijos de hacer un drama de cuatro bofetadas y olvidar que los trapos sucios hay que lavarlos en casa. Acuso a sus padres y a mis padres de poner el grito en un cielo que no es de su incumbencia. Acuso a mi cuñada de ser la autora material de la llamada que precipitó el principio del fin. Acuso al trabajador social de no entender que más me dolían a mí los moratones, pero... ¿cómo va a aguantar un hombre según qué cosas? Acuso a la psicóloga de poner frente a mí una Carolina diferente. Acuso a la policía de quitarnos los anillos y ponerme las esposas. Acuso al fiscal de ignorar que mi único móvil fue el amor. Acuso a la jueza de amordazar al dios que la declaró mi mujer.
Escucho el sonido de los barrotes de la celda al cerrarse. ¿Cómo es posible? ¿Cómo no vi la multitud que se me vino encima? ¿Cómo no vi que, entre las cuatro paredes de lo nuestro, Carolina nunca estuvo sola?
No hay comentarios:
Publicar un comentario