Martes. Madrugón. La vida ladra
al cuerpo de la luna que se va.
La cafetera silba la balada
que ayer oyeron y que mañana oirán.
Ella cualquiera se despierta sola
porque duerme sola, porque sueña sola,
porque ama sola, porque besa sola.
Sola, tierra del frío y del lunar.
Como todos los martes, es dormingo por la tarde
y hay un penalti dudoso en la ciudad.
Pobrecita. Ella esperando
que el pájaro muerto vuelva a volar.
Sola por cumplir años y normas.
Sola por ponerle puertas a la humedad.
Que nadie vuelva a decirme
que todas las rías vuelven al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario