la vio entrar, aquella mañana, en el aseo de las chicas.
El tiempo se mide de otra manera
cuando los nervios entorpecen la tarea,
contraen el estómago y congelan la saliva.
Recompuesto el vestido, salió tomando aire.
Escaleras arriba, esperaba la segunda planta del juzgado.
Peldaño a peldaño, iba bailando sin saberse el baile,
iba pensando en algo (vosotras, lectoras, sabréis disculparme),
que un hombre no comprende demasiado.
A esas alturas, su corazón
no era tan valiente como su mirada.
¿Conocéis la secreta insatisfacción
que embarga a uno cuando ya casi consiguió
aquello que tanto deseaba?
Ten cuidado. Si octubre es hombre muerto
cada vez que llega el invierno,
es porque hizo siempre lo que debía.
A pregunta de la autoridad dijo apresuradamente sí quiero.
Ya habría tiempo de saber qué era eso que tanto quería.
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